China ha recibido diversas críticas por el trato que está dando a la minoría uigur, que profesa la fe musulmana, en la provincia de Xinjiang, la más occidental del país y que colinda con ocho países en Asia central. Reportes de académicos y organizaciones internacionales señalan que más de un millón de personas han sido colocadas en campos de re-educación de manera forzada por parte del gobierno chino. La medida sería la más reciente para una región históricamente conflictiva en términos étnicos, religiosos y políticos. Sin embargo, la naturaleza de las medidas represivas implementadas en los últimos dos años sí es cualitativamente distinta si se compara con cómo Beijing había lidiado con la región en décadas previas. La principal variable para explicar este cambio es la importancia estratégica de Xinjiang para el proyecto insignia del presidente Xi Jinping, la Iniciativa Una Franja, Una Ruta.
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