10 de noviembre de 1952: el noruego Trygve Lie, primer Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), quien había sido reelecto dos años atrás a pesar de la oposición de la Unión Soviética y el apoyo de Estados Unidos, renunciaba al cargo al que caracterizó como “el trabajo más imposible del mundo.” Rehén de la guerra fría y criticado por la URSS -por su papel en la Guerra de Corea- y la histeria anti-comunista de los estadounidenses -por permitir que en su staff figuraran diplomáticos de EEUU que, presumiblemente, eran espías soviéticos-, Lie tiró la toalla y decidió regresar a su natal Noruega, donde desempeñó diversas funciones en el sector público hasta su muerte en diciembre de 1968.
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