A cinco meses del inicio de la pandemia del Covid-19, más de cinco millones de infecciones y unas 350 mil muertes en todo el mundo, China ocupa un lugar particularmente relevante no sólo dentro del debate sobre el inicio, las causas, la evolución y la situación actual a nivel mundial, sino también sobre las posibilidades y limitantes en la cooperación mundial, así como las implicaciones, políticas, diplomáticas y económicas que representa el combate al coronavirus. China pudo controlar la primera ola de infecciones tras más de 3 mil muertos y políticas draconianas de aislamiento, políticas que, sin embargo, han demostrado tener éxito. Ahora que, a finales de mayo la pandemia azota a todo el mundo con más de 5 millones de infecciones y 350 mil muertes, en particular en Estados Unidos y en varias naciones europeas, Beijing es objeto de acusaciones sobre su responsabilidad en la crisis. Al extremo de estas críticas, en Estados Unidos, Alemania, Australia y el Reino Unido se han elevado voces para demandar en tribunales a China, y exigir indemnizaciones tras un posible retiro de la llamada inmunidad soberana. China, por su parte, considera injustas las acusaciones sobre la propagación de un virus que no conoce fronteras en medio de la actual globalización y reitera que ha sido transparente y expedita en las medidas de información y control.
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