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Breve radiografía del nuevo congreso estadounidense

Colaboración publicada originalmente en El Economista.



Aún con la participación electoral del 67% (la más alta desde 1900) Joe Biden es el presidente demócrata que llega con la mayoría legislativa más estrecha desde 1879. Y es que su partido tiene 14 congresistas menos de los que tenía antes de las elecciones de noviembre y sólo consiguió 3 escaños senatoriales más. Con mucho esfuerzo y algo de suerte han conseguido aferrarse a la mayoría en la Cámara de Representantes y ganar el control del Senado a pesar de que, en un año que vio las campañas más caras de la historia, los demócratas fueron responsables por 65% del gasto electoral total (13.9 mil millones de dólares según la consultoría Mehlman Castagnetti). Es decir, retener su mayoría les resultó oneroso, en contraste con los republicanos quienes ganaron más escaños gastando menos de la mitad de esa cifra.


Desde luego, los resultados de esas campañas han producido una composición del Congreso digna de estudiarse. La radiografía final muestra la increíble diversidad de Estados Unidos y esto merecen celebrarse, dados los vergonzosos problemas raciales con los que aquel país ha luchado a lo largo de su historia y hasta nuestros días. ¡Tres hurras por Georgia!


Desde el punto de vista religioso, se refirma la lenta pero constante disminución de los legisladores identificados como protestantes de alguna denominación (295), mientras se ha observado un incremento en el número de católicos (158), seguidos por judíos (34), pero también por mormones (9), ortodoxos (7), universalistas unitarios, budistas, musulmanes e hindúes, todos con menos de tres miembros cada uno. Sorprende, desde luego, que haya 19 que no profesan ninguna religión, no expresan sus creencias abiertamente o que se autodenominan ateos.


Tomando en cuenta el origen étnico, los demócratas en la Cámara de Representantes resultan ser el grupo parlamentario más heterogéneo. De los 226 miembros juramentados a principios de año, 119 son caucásicos (non hispanic whites), 52 afrodescendientes, 33 hispanos, 14 asiáticos, 2 nativos americanos y 6 de origen multiétnico. En contraste, solamente hay 10 hispanos, 3 afrodescendientes e igual número de asiáticos y nativo americanos diluidos entre los 213 representantes republicanos.


Esta elección también dejó claro que el electorado hispano no es monolítico. Los cubanoamericanos votaron en porcentajes superiores al 50% por los candidatos republicanos, mientras que más del 60% de los ciudadanos de origen mexicano o salvadoreño lo hicieron por los demócratas. La “sombra del socialismo” que los republicanos asociaron con el ala más liberal del partido demócrata logró que varios candidatos perdieran sus escaños en distritos que Biden ganó y permitió que Trump ganara Florida, destronando a dos congresistas demócratas en Miami simultáneamente. Esto es evidencia de un voto diferenciado encaminado a mantener el equilibrio de poder en Washington, aunque esa lógica trae complicaciones propias.


El sistema legislativo bicameral de Estados Unidos está diseñado para representar de manera simultánea los intereses de los estados más poblados en la Cámara de Representantes y de todos los estados por igual en el Senado. Por eso Wyoming tiene el mismo número de senadores que California aun cuando esta última tiene casi 70 veces más habitantes. Este arreglo tiene sus virtudes, pero también genera rispideces entre el electorado de estados rurales y con población predominantemente blanca, quienes se sienten amenazados por el rápido cambio demográfico que experimenta el país y cuyos representantes bloquean de manera exitosa iniciativas de amplio calado como la reforma migratoria, la regulación del financiamiento de las campañas electorales y la lucha contra el cambio climático.


La ambiciosa meta de alcanzar una “unión más perfecta” donde todos los hombres sean (efectivamente) “creados iguales” se vuelve más asequible en la vibrante democracia pluricultural y multiétnica en la que Estados Unidos se está convirtiendo.

 

Licenciado en Relaciones Internacionales por el ITAM y maestro en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha trabajado en el sector público como asesor legislativo, en la academia como investigador invitado y en el sector privado como gerente de comunicaciones de Linio Latinoamérica. Ha sido comentarista invitado como experto en temas internacionales en la radio en y en televisión local. Participó en el North American Forum de Ottawa en 2018. Es Miembro de la Asociación Internacional de Estudiantes de Ciencias Económicas y Comerciales (AISEC) y de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI). Actualmente es coordinador general adjunto de Voto Informado.

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